Al finalizar la campaña anterior, comienza una nueva etapa de trabajo que abarca todo un año de preparación antes de la siguiente cosecha. Este proceso incluye una serie de labores previas esenciales para garantizar la calidad del AOVE, como el cuidado de los olivos, la aplicación de tratamientos necesarios, el manejo del suelo y la gestión del riego. Durante todo el año, se monitorean las condiciones del cultivo y se realizan acciones para asegurar que las aceitunas estén en su mejor estado al momento de la recolección y posterior elaboración del aceite. Así, cada campaña se planifica con detalle para optimizar los resultados.
Primero se poda el olivo, quitando las ramas viejas para que la luz del sol llegue mejor a todas las partes. Después, se abona, añadiendo los nutrientes que el olivo necesita para su crecimiento y desarrollo. Con estos cuidados, preparamos el olivar para obtener un aceite de alta calidad.
Los tratamientos foliares se aplican cuando es necesario para aportar nutrientes y controlar plagas en el cultivo. La cubierta vegetal es clave, ya que retiene agua de lluvia y alberga insectos beneficiosos. El control del estrés hídrico es esencial, ya que influye directamente en la calidad del aceite. Para la cosecha, seleccionamos cuidadosamente las fincas considerando el tamaño del fruto, el nivel de estrés hídrico y la presencia de plagas, asegurando la mejor calidad en el producto final.
Recolectamos nuestros olivos de forma tradicional intentando hacer el mínimo daño posible al fruto y al árbol. Una vez recolectado, llega un punto clave, el transporte. El transporte ha de ser rápido, para evitar que la aceituna sufra un exceso de temperatura.
El proceso de producción del aceite de oliva comienza con la limpieza de las aceitunas, separando hojas y tallos. Luego, se trituran en un molino, obteniendo una masa que se bate. La extracción se realiza en frío, manteniendo la temperatura bajo 30ºC. Después, se utiliza una centrifugadora para separar el aceite de la pulpa, seguido de un decantado y filtrado con celulosa para eliminar residuos. Se realiza un análisis químico para asegurar la calidad, y finalmente, el aceite se embotella y etiqueta para su consumo.